El territorio de la actual República Dominicana surgió de una partición efectuada a continuación del tratado de paz de Ryswick (1697) que dividió a la isla en dos: la parte occidental (la futura Haití) correspondió a Francia, mientras que España obtuvo la parte oriental.
En 1795, con el tratado de Basel, España cedió su colonia a Francia.
En 1801, después de la gran revuelta de esclavos, el que fuera esclavo haitiano, Toussaint-Louverture, tomó posesión de la parte oriental que él deseaba incorporar a Haití. Las tropas francesas, derrotadas en Haití, lograron mantenerse en la parte oriental de la isla que fue concedida a España, estatuto concluido por el tratado de París (1814). Pero la tiranía ejercida por la administración española provocó, en 1821, la revuelta de los dominicanos quienes proclamaron su independencia.
La experiencia fue de corta duración. En 1822, el presidente haitiano Jean-Pierre Boyer anexó la parte oriental hasta 1844, cuando una insurrección expulsó a la guarnición haitiana de Santo Domingo y proclamó la República. Debilitada por la amenaza de invasiones haitianas, la República Dominicana, conducida desde 1844 por el presidente Pedro Santana, solicitó ayuda a España, que anexó de nuevo al país. La presencia de España no logró poner fin a la inestabilidad y, en febrero de 1865, los dominicanos recobraron su independencia.
Frente al clima de inestabilidad que continuaban haciendo reinar los haitianos, se oponían los partidarios de la tutela norteamericana y los del retorno a la autoridad española. En 1906, el país firmó un tratado por una duración de cincuenta años con los Estados Unidos. La administración y los servicios aduaneros pasaron al control de los norteamericanos a cambio del pago de la deuda. En noviembre de 1916, los norteamericanos ocuparon el país hasta 1924.
Elegido en 1930 con el apoyo de Estados Unidos, Trujillo reinó exclusivamente. Durante su dictadura, marcada por una represión despiadada y un culto de la personalidad sin reservas, el conjunto de la economía pasaba bajo su control. Llevó una política de grandes obras y logró sanear la situación financiera. Pero, comprometido en el asesinato del presidente venezolano Betancourt, Trujillo fue condenado por la Organización de Estados Americanos (OEA) y, finalmente, abandonado por los Estados Unidos. El 30 de mayo de 1961 fue asesinado.
El fin de la dictadura se acompañó del retorno de los exiliados y del restablecimiento de los partidos políticos. En diciembre de 1962, la primera elección libre después de cuarenta años llevó al poder al antiguo exiliado Juan Domingo Bosch, jefe del Partido Revolucionario Dominicano. Éste fue acusado sin embargo de una simpatía demasiado grande con respecto al régimen castrista y fue derrocado por un golpe de estado militar sostenido por las élites del país que pusieron en su lugar un triunvirato civil. En abril de 1965, éste último fue derrocado por un golpe de estado de los militares liberales quienes armaron a la población civil para prevenir el retorno de los militares de derecha, provocando la intervención armada de los Estados Unidos. La batalla de Santo Domingo dejó millares de muertos.
Un gobierno provisorio fue constituído con la misión de preparar las elecciones de junio de 1966, que dieron la victoria al conservador Joaquín Balaguer, jefe del Partido Reformista Social-cristiano (PRSC). Gracias a los ingresos del azúcar, a las inversiones extranjeras y al desarrollo del turismo, la República Dominicana conoció una cierta prosperidad, sin embargo constantemente amenazada por choques entre el ejército y la oposición de izquierda.
Balaguer fue reelegido en 1970 pero debió dejar su lugar, en 1978, a Silvestre Antonio Guzmán, candidato del Partido Revolucionario Dominicano. Después de haber hecho fracasar un complot militar, Guzmán procedió a una liberalización del régimen.
No se volvió a presentar en las elecciones de 1982, dejando su lugar a Salvador Jorge Blanco, igualmente miembro del PRD. Frente a la crisis económica que afectaba de lleno al país después de la caída de la cotización del azúcar, las medidas de austeridad impuestas por el Fondo Monetario Internacional provocaron revueltas en 1984 y 1985.
Balaguer reencontró el poder en la elección presidencial de 1986, y fue reelegido en 1990 y en 1994. Dos años más tarde, con ochenta y nueve años, dejó sus funciones después de la elección para la presidencia del candidato de centro-derecha Leonel Fernández, el 30 de junio de 1996.