La presencia de las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) en el mundo de la educación es hoy una realidad incontestable, y la posibilidades, ventajas o resultados de esta presencia ha pasado a ser una cuestión de primera línea en los análisis de los expertos, en las prioridades de las administraciones educativas o en los cambios sugeridos en la formación y actualización de los docentes. Cabría calificar de incesante la avalancha de iniciativas empresariales, congresos sobre enseñanza, políticas educativas, programas esponsorizados por las grandes corporaciones informáticas, etc., que una y otra vez insisten en la mejora de la enseñanza propiciada por la presencia de las tecnologías en las aulas.
La presencia de las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) en el mundo de la educación es hoy una realidad incontestable, y la posibilidades, ventajas o resultados de esta presencia ha pasado a ser una cuestión de primera línea en los análisis de los expertos, en las prioridades de las administraciones educativas o en los cambios sugeridos en la formación y actualización de los docentes. Cabría calificar de incesante la avalancha de iniciativas empresariales, congresos sobre enseñanza, políticas educativas, programas esponsorizados por las grandes corporaciones informáticas, etc., que una y otra vez insisten en la mejora de la enseñanza propiciada por la presencia de las tecnologías en las aulas.
Lo que no está en cuestión es la enorme trascendencia de la educación en la formación de las personas y la evolución de los pueblos. Las TIC han revolucionado la economía, los sistemas de comunicación, las referencias temporales de nuestras actividades e incluso las formas de hacer política a escala global. Se trata de cambios importantes y que en muchos casos, simplemente han llegado, están aquí y se han asumido sin más. Las tecnologías están en la calle regulando el tráfico, protocolizando el uso de nuestra tarjeta de crédito, ayudando a gestionar nuestros viajes o dentro de nuestro hogar.
El concepto de "Sociedad de la Información " se ha desarrollado al hilo de la difusión de la globalización, término que ha tomado una acepción preferentemente económica, y cuya principal meta consiste en acelerar la instauración de una economía abierta y autorregulada a escala mundial. En línea con esta realidad, los países desarrollados han aplicado políticas para el avance de las infraestructuras que apoyan la implantación de las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC). Y en clave económica se han intensificado las estrategias dirigidas a los países emergentes para que dejen vía libre a la inversión de las grandes corporaciones de telecomunicaciones, producción de contenidos e informática, en busca de nuevos mercados para difundir a escala global su producción.
Todo esto significa que están cambiando las formas de acceso, utilización y difusión de la información y las modalidades de comunicación a escala planetaria. La repercusión y consecuencias de esta realidad, vinculada al uso de estas tecnologías, puede llegar a ser muy variada. Resulta llamativo que en algunos países de África se pueda producir una revolución tecnológica antes de que les alcance la revolución industrial. Esta realidad sin duda está propiciando mayores desequilibrios económicos, sociales y tecnológicos que denunciamos con la expresión "brecha digital", que puede ser explicada como una extensión de la brecha económica existente desde siempre entre los países desarrollados y los países con economías emergentes (Qui, Davis y Gregory, 2003).
En el caso de la educación cabe subrayar que todas las decisiones que se tomen deben estar basadas en la reflexión. Se trata de un ámbito demasiado importante, demasiado trascendente como para no hacerlo así. Sin duda la incorporación de las TIC a la enseñanza está fuertemente vinculada a intereses económicos, lo que puede ser problemático cara a la reflexión exigida. Sin embargo, es necesario incorporar más elementos para una toma de decisiones correcta. Otro aspecto que siempre debería respetarse es que la incorporación de tecnologías, debe ser consecuencia de una demanda del profesorado, no una imposición. Está fuera de dudas que las TIC tienen un potencial que puede aportar ventajas y mejoras a los procesos de enseñanza y aprendizaje, pero es el criterio de los docentes el que debe avalar esos cambios en positivo.
bueno es interesante donde dice que en la educación cabe subrayar que todas las decisiones que se tomen deben estar basadas en la reflexión. Y eso es muy cierto jaja jmuy buena tu idea
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